El término seguiriya deriva de la palabra castellana seguidilla. Se cree que cuando llegan los gitanos a España en el siglo XV, se empleaba mucho este término y acostumbrados a escucharlo lo adaptaron a su fonética., sin embargo no tiene relación alguna con la seguidilla tradicional española. Apareció a finales del siglo XVIII y parece ser que los cantos sinagogales y orientales han servido de eslabón a la seguiriya. Desde el punto de vista flamenco tienen su fundamento en las tonás. Es un cante dramático, fuerte, sombrío y desolador, que está considerado en su condción de básico como uno de los exponentes de la esencia jonda del cante flamenco.

El baile como corresponde al cante es de los más jondos. Sobrio, recio, patético y ceremonial, no admite adornos fáciles. Se interpreta con un compás lento y pausado. El paso fundamental consiste en un andar rítmico, con golpes secos, sonoros y cortados, avanzando y retrocediendo el bailaor sobre el mismo sitio, aunque la solemnidad ya se manifiesta en el arranque y la salida, que se suele realizar dando un largo paseo. Pueden bailarla hombres y mujeres y requiere un gran temperamento.